miércoles, 29 de diciembre de 2010

ARCHPIÉLAGO GULAG,

LA CUENTA ATRÁS

ARTÍCULO DE: Lorenzo de Ara Rodríguez

El bolsillo del españolito enflaquece. Los economistas aseguran que el empeoramiento de la salud de ese bolsillo en 2011 seguirá agudizándose. Todo lo que cuesta dinero –hasta el amor- se encarece. No hay respiro. El españolito empequeñece y se siente observado por un gran ojo que le acusa de todos los males. No hay castigo para el poderoso. Lo que hay es un varapalo al españolito que nunca ha tenido nada, y al que mintieron con fiestas, oropeles, datos macroeconómicos y ocupación de sillas en reuniones de ricos. Todo se desintegra.

La luz, el agua, el gas, el teléfono, la vida entera, todita la vida para que no se mueva con ligereza un cierto optimismo. Dicen los sabios que así nos equiparamos a la Europa civilizada y social. Pero los bolsillos por aquí abajo siguen vacíos. Los sueldos son un insulto, la ayuda a la familia –denostada pero baluarte para no caer en el abismo- no existe, el paro es el infierno en casa. Y dicen que todavía hay guardados en el cajón del otrora optimista antropológico, otras medidas más severas, todavía con un mayor grado de despiadada insensibilidad.

Y el castigo nos lo propina el hacedor de libertades, el sujeto que llegó con la mentira en la boca, con la zafia y mostrenca adulación, con la convicción de que al españolito se lo podía hacer cualquier cosa, en cualquier momento, en cualquier circunstancia: robarle, insultarle, despojarle de sus derechos, humillarle sin piedad.

La crisis económica –nos olvidamos de la otra, la que mordisquea el corazón y la cabeza todos los días-, ha servido para que algunos, no todos, vean con claridad que los mandamases de esta democracia corrupta y sucia se aferran al poder con la trampa y el cautiverio de un voto cada vez con menos peso y valor.

Los políticos aparecen en la tele italianizada y nos hablan del trabajo que realizan para que se salve lo del bienestar social. Trabajemos más, cobremos menos, y así todos felices en la vejez con dieta mediterránea. Los políticos ya no aburren, ahora asquean, porque mientras nos exigen sacrificios, ellos entregan poco, siempre sonríen, y con ocho añitos currando a su manera, tienen una pensión tan alta como inmensa es la ruina del españolito.

EDICIONES,

JUAN BÁEZ INDAGA EN LA DISOLUCIÓN DEL TIEMPO EN SU PRIMER LIBRO DE RELATOS

Castillos de tiempo se presenta el lunes 3 en Santa Cruz de Tenerife. La obra ha visto la luz en la colección Tid, de Ediciones Idea

Ediciones Idea acaba de sacar a la luz, dentro de su colección Tid (Textos Idea), el primer libro de relatos de Juan Báez, titulado Castillos de tiempo. Esta obra se presenta el próximo lunes, 3 de enero, a las 18:30 horas, en el salón de actos de la Mutua de Accidentes de Canarias (MAC), radicado en la calle Robayna, nº 2, de Santa Cruz de Tenerife. En el acto, el autor estará acompañado por el profesor de Filología Española de la Universidad de La Laguna, José Antonio Ramos Arteaga y por Elena Morales, en representación de la editorial canaria.

Más allá de la diversidad de tonos y estructuras, un elemento común unifica los cuatro relatos que conforman el volumen Castillos de tiempo, un elemento que, en ocasiones, se presenta de manera disimulada, pero que, finalmente, resulta ubicuo: el tiempo. Los personajes de estas historias comparten el protagonismo con este nexo, con este lazo de múltiples caras. A lo largo de estas páginas el lector asistirá a una disolución del tiempo tal y como lo conoce. Podrá sumergirse en un nuevo tiempo, un tiempo que se congela en una efímera ilusión, un tiempo que se consume hasta el momento de no retorno, un tiempo dúctil y moldeable, un tiempo que se domina.

Juan Báez indaga en el tiempo porque, en palabras suyas, «es un tema que nos afecta a todos debido a su importancia y hasta cierto punto me obsesiona. Además, me permitía buscar estructuras alejadas de la linealidad para cada nuevo relato».

Sus fuentes de inspiración provienen del cine, el cómic, la pintura y la vida, tanto las experiencias propias como las ajenas, pues, como explica este autor: «Cuando escribo no restrinjo mis fuentes de inspiración. No sólo la literatura, sino cualquier otro medio me puede inspirar una idea».

 Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Julio Cortázar, Valle-Inclán son algunos autores por los que Juan Báez siente predilección y han dejado huella en sus relatos. Pero este escritor -que considera a su primer libro publicado como «una obra de aprendizaje»- cita también, entre sus autores favoritos, a Albert Camus, Mario Vargas Llosa y Cormac McCarthy.

Cada uno de los relatos de Castillos de tiempo se puede leer de forma independiente, pero todos ellos están unidos por el hilo temático del tiempo en sus distintas vertientes y propuestas. «Esto último se advierte mucho mejor cuando se lee la obra completa, ya que quedó inédito otro relato (una novelita corta) que se situaba justo en el medio de lo que ha visto la luz y posee una estructura simétrica», apunta Báez.

Trayectoria

Juan Báez nació en La Orotava. Tras ejercer múltiples oficios, se licenció en Filología Hispánica en 2006. Ha escrito relatos por los que ha sido premiado en diversas ocasiones y es articulista asiduo de la revista Nexo. Actualmente, desempeña la labor docente como profesor de Lengua Castellana y Literatura y trabaja en su primera novela. El volumen de relatos Castillos de tiempo (Ediciones Idea, 2010) es su primer libro publicado.

Para más información:
Teléfono del escritor Juan Báez: 664 177 294
Teléfono de la responsable de prensa de Ediciones Idea,
Elena Morales: 646 818 316

LOS REALEJOS AL DÍA,

RUMORES… SON RUMORES…

ARTÍCULO DE: Esteban Domínguez

Bueno, ya se oyen algunos comentarios sobre los posibles candidatos a las próximas elecciones municipales. Nombres que aún no se pueden confirmar de momento hasta que no sean oficiales. Es decir, hasta que los responsables de turno de cada partido político de la orden de salida en los distintos medios de comunicación.

 Eso por una parte. Pero también los rumores que son casi como encuestas a la ligera y por aquello de tirar “barro a la pared” a ver si pega, se oye decir que algunos ya han confirmado su presencia en algunas listas. Y aunque la cosa no está nada clara, cuando el barranco suena es que agua lleva. De esta manera, nosotros pasamos el rato, intentando saber quién o quienes se van a presentar como novios y novias de Los Realejos, a resolvernos los muchos problemas, que tenemos pendientes desde que el Sr. Amaro Luis, entró como alcalde de mi municipio.

Y como el ha ido también, no se descarta la idea de que vuelva a repetir con el número 1, que es toda su ilusión, menos la nuestra y de miles de realejeros, que nos hemos llevado una gran desilusión en estos ocho años de su nefasto “reinado”. Sin embargo el hombre, de momento, no quiere tirar la toalla, y revolverá cielo, tierra, y mar, para lograr sus propósitos. Esa es la versión que se oye en las esquinas de esta villa, y que de ser cierta, C.C. en Los Realejos, tendrá que dejar la piel en el camino si quiere que el Sr. Amaro recupere el bastón de mando. Pero dado el ambiente “caldeado” que por estos lares se respira, me parece imposible de alcanzar, ya que este municipio se merece un alcalde abierto al diálogo, amen de ser coherente con la realidad y no un alcalde caprichoso que ni ve, ni escucha, y que calla cuando los vecinos reclaman su presencia.

Últimamente, las iglesias, bares y plazas, las precuenta como nunca. Posiblemente, para dejarse ver e ir sembrando entre col y col, alguna lechuga, ya que como “agricultor político” sus cosechas se le han mermado en gran cantidad.

También los socialistas, con Miguel  Ángel Regalado a la Cabeza, intentan llegar a la alcaldía. Pero insisto; no sabemos nada en concreto y los frascos de las esencias políticas aquí en Los Realejos, están de momento bien tapados para evitar que se evaporen antes de tiempo.

De Los Populares sabemos que Manuel Domínguez, como no podía ser de otra manera, será el candidato del P.P. a la alcaldía del Ayuntamiento de Los Realejos, y que de seguro le va a dar mucha “caterva” a los nacionalistas que ahora mismo están más solos que la una.

De otras formaciones políticas tampoco se oye nada. Esperemos que I.U. vuelva al ruedo político local, pues su ausencia se viene notando, y es conveniente que este grupo político tenga presencia en el ayuntamiento y el “pastel” sea mejor compartido.

VILLEROS ILUSTRES,

“EL DELATOR” DE JOHN FORD

ARTÍCULO DE: BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

Miguel Hernández González compañero de docencia, contertulio y convecino nos relata en el final de la historia del Cine Club Orotava, origen de la recuperación de la vida democrática y la lucha por la libertad después de cuarenta años de dictadura, lo que se iba a producir en el año 1978 en la Villa de La Orotava concretamente en la Villa Arriba, en el Farrobo, se crea, entre otras, la Asociación “24 de junio”  – Nicolás González Lemus es el Presidente, Felipe Hernández el Vicepresidente, Miguel Hernández el Secretario y Tito Ravelo el Tesorero – y, desde ella, se emprende una frenética actividad que tiene su expresión más llamativa en la recuperación de las fiestas del antiguo barrio de El Farrobo.

Las inaugurales, que se celebran en junio de 1978, tienen como protagonista de lujo al cantautor cubano Silvio Rodríguez, en la que será su primera visita a Canarias, al que acompañan Caco Senante y los Sabandeños, en un concierto de alta tensión política –profusión de banderas, entonces independentistas, con las “siete estrellas”, gentes venidas de toda la geografía insular, gritos reivindicativos y aparatoso despliegue policial. Hay espacio, también, para la poesía comprometida y el escenario alzado en la Plaza de la Iglesia de San Juan se llena con la palabra honda y sentida de los maestros Félix Casanova de Ayala, Pedro García Cabrera y Agustín Millares-Sall en un encuentro histórico. También las paredes se llenan de luces y sombras en las que se reconoce la historia de “El delator” de John Ford.

El crítico del cinéfilo Eloy Domínguez Serén, nos analiza  el trabajo del gran director John Ford, basado en FORD, IRLANDA Y LA RELIGIÓN”;  Para los hombres como Gypo Nolan no existe el crimen sin castigo. Tampoco el crimen sin arrepentimiento. Por ello, ante la funesta sombra de la muerte, Gypo suplica por su perdón, su redención, como en la Biblia lo hace Judas Iscariote, encarnación cristiana de la traición.

No es extraño que John Ford y el guionista Dudley Nichols hayan incidido en un fuerte componente de simbolismo cristiano en El delator (The informer, 1935), una obra ambientada, tal y como versa el rótulo que abre el film, en “cierta noche de 1922 en un Dublín revuelto”, sólo un año después del fin de la Guerra de Independencia de Irlanda. Al fin y al cabo, el conflicto irlandés, además del irreconciliable choque ideológico, tiene un intenso matiz religioso, que se ha traducido a lo largo de los años en la confrontación entre católicos y protestantes. Esta decisión es patente al inicio de la cinta, cuando, tras los créditos iniciales, un segundo rótulo recoge un paraje de las sagradas escrituras: “Judas se arrepintió, arrojó las treinta monedas al suelo y huyó”. 

Irlanda, tierra natal de los progenitores de Sean Aloysius O’Feeney (nombre real de Ford), es un eje central dentro de la filmografía del realizador. Así, el director torna sobre la historia, tradición y cultura popular de esta tierra en algunas de sus obras maestras, como El hombre tranquilo (1952) o El soñador rebelde (1965). Esta Irlanda, la representada por Ford, es, a menudo, no tanto un retrato real de la isla y sus gentes como un visión extraída del propio corazón del realizador de Centauros del desierto (1956).

De todas las películas “irlandesas” de su carrera, El delator fue la primera que obtuvo un notable éxito de público y crítica. De hecho, los cuatro Oscar concedidos al film en la gala de 1936 (entre ellos el de mejor director, primero en el haber de Ford) contribuyeron a catapultar la figura del cineasta en el firmamento hollywoodiense.

Uno de los elementos retratados por Ford en El delator es el de los primeros pasos del IRA (Ejército Republicano Irlandés), organización con la que el propio director fue vinculado con asiduidad. De hecho, se atribuye a Ford una sentencia en la que aseguraba que hubiera preferido luchar en Irlanda contra los ingleses a hacer cine. No en vano, en 1921, durante un viaje a tierras irlandesas, Ford fue presentado al líder revolucionario Michael Collins, legendario jefe de inteligencia del IRA.

Así, Gypo Nolan (Victor McLaglen) será ajusticiado por miembros del IRA tras haber delatado a las autoridades inglesas el paradero de su amigo, y miembro de la organización, Frankie McPhillip (Wallance Ford) a cambio de veinte libras teñidas de sangre, con las que Gypo pretende emprender, junto a la prostituta Katie Madden (Margot Grahame), el viaje al paraíso americano que ve ilustrado en el escaparate de una agencia de viajes.

La primera gran película “irlandesa” de John Ford es, a su vez, la segunda colaboración del cineasta con Merian C. Cooper, directivo de la RKO, con el que ya había realizado La patrulla perdida (1934). Algunos críticos hablan de esta colaboración como “crucial” en la carrera del director, tanto como la que Ford mantuvo con su actor fetiche, el americanísimo John Wayne.

Sin embargo, tal vez más trascendental fue la asociación del director con el guionista Dudley Nichols, quien adaptó hábilmente para El Delator una novela del notable novelista irlandés Liam O’Flaherty. De la máquina de escribir de Nichols salieron algunos de los grandes films de Ford, como la citada La patrulla perdida (1934), El juez Priest (1934), María Estuardo (1936) o La diligencia (1939). Nichols aportó algunos elementos notables a la cinta, como la carga de simbolismo de elementos como la niebla, el barco que se ve en el escaparate de la agencia de viajes, las tres monedas que se caen del bolsillo de Gypo durante el funeral de Frankie, o el póster de búsqueda y captura. Uno de los momentos más brillantes de la película es, precisamente, cuando vemos por última vez el póster, ardiendo entre las llamas de la chimenea de la oficina de Preston Foster (líder de la resistencia). Tras comprobar cómo el rostro de Frankie se consume entre las llamas, el póster sale volando hacia arriba, representando el alma del hombre traicionado por Gypo. Esa idea, según el propio Nichols, se le ocurrió al maestro Ford sobre la marcha.

Por supuesto, la película no sería tan brillante en su aspecto dramático sin la aportación de la enfática música de Max Steiner, la tétrica dirección artística de Van Nest Polglase y, sobre todo, la impactante fotografía del operador Joseph H. August, quien logra aportar a la cinta una imagen muy próxima a la imagen expresionista de directores como F.W. Murnau o Robert Wiene.

¿Hablo de expresionismo y de John Ford en una misma frase? En efecto. A pesar de labrar su trono en el Olimpo del séptimo arte fundamentalmente a través de westerns épicos (célebre es su frase “me llamo John Ford y hago películas del oeste”), con títulos capitales del género como la ya citada La diligencia, Río Grande (1950), Fort Apache (1948) y Centauros del desierto, John Ford fue, ante todo, un cultivador del humanismo. Sus películas son un canto al compañerismo, a la camaradería, a la familia, a las raíces, a los valores tradicionales, al honor, al deber, a la justicia, a la integridad del hombre.

Más allá de la portentosa épica de sus westerns, toda la filmografía de Ford está caracterizada por el lirismo, la poética, la plasticidad y la ternura de sus imágenes. Frente a los ya proverbiales amplísimos planos de Monument Valley comprobamos el costumbrismo de El hombre tranquilo, el documentalismo de Las uvas de la ira (The Grapes of Wrath, 1940) o el expresionismo de El delator. Sin embargo, no nos hallamos ante diferentes concepciones visuales, sino a la excepcional capacidad de Ford de imprimir un estilo propio y único a cada una de las historias que plasmaba en imágenes.

En este sentido, aseguraba François Truffaut que “si de la noche a la mañana, el cine se viese privado de toda banda sonora y volviese a ser el cinematógrafo arte mudo que fue entre 1908 y 1930, la mayor parte de los directores actuales se verían obligados a cambiar de oficio. Por ello, si contemplamos el panorama de Hollywood en 1966, Howard Hawks, John Ford y Alfred Hitchcock se nos aparecen como los únicos herederos de los secretos de Griffith”.

De hecho, John Ford trabajó como extra en la imperecedera El nacimiento de una nación (The bith of a nation, 1915). Probablemente, esta experiencia fue de gran importancia para Ford, pudiendo aprender de primera mano del gran maestro D.W. Grifith importantes lecciones acerca de puesta en escena y composición visual. No en vano, Ford nunca negó ser un gran admirador de la obra de Griffith, con el que también comparte la acusación de xenófobo desde un determinado sector de la crítica.

Para la realización de El delator, el cineasta defendió a capa y espada el rol de Victor McLaglen (con el que ya había trabajado en La patrulla pérdida) como el miserable, bruto y cobarde Gypo Nolan (un personaje en el que, según mi punto de vista, pueden haberse inspirado El Bruto de Buñuel o el Zampanò de Fellini). Aunque su interpretación pueda resultar sobreactuada para el público actual, la capacidad de McLaglen para conmover y empalizar a través de su patético personaje es indiscutible. Un personaje desolado y corroído por el remordimiento que no duda en culpar a un inocente para salvar el pellejo para, a continuación, ser embaucado por un rufián camarada dispuesto a robarle hasta el último penique de su deshonrosa pequeña fortuna. Un hombre que, ante su inminente muerte, implorará el perdón de la madre de quien ha sido su víctima, para, una vez concedido, ser redimido sobre el altar de una iglesia, desplomándose haciendo el gesto de la crucifixión de Jesucristo….//…..

ART. DE UN PORTUENSE,

A VECES QUÉ SOLOS ESTÁN LOS MÁS POBRES

ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros


Estoy hecho un lío sentimental. Mas, parece como si con el año que ya, casi ha concluido, quisieran  también abandonarme cosas íntimas, aquellos últimos conceptos que me acompañaron... Ideas, propósitos personales; y todo aquello almacenado en el corazón y en la mente, para reestructurarlo alguna vez, y hacer veraces confesiones escritas...

En estos momentos debo ser cauto, nada de lo que correspondió al cansado pasado, hoy  iba a tener vigencia, al comienzo del nuevo año. De todas formas, aún no sabemos como nos va a retribuir el tierno calendario, qué nos tiene reservado. Lo cierto es que, al asomarme a la ventana, en los albores del nuevo día, como cada año, miro hacia fuera con ilusión, buscando algún atractivo entre todas las cosas que se mueven queriendo llamar mi atención. Tal vez, para motivarme, sí, para incentivar a mi confuso espíritu ilusión para poder seguir viviendo un poco mejor.

Sin hacer un exhaustivo balance de aquellas amadas cosas que quedaron atrás, nos aventuramos a iniciar el juego ilusionado de la suerte. Y, embriagados de entusiasmo, parecemos otras personas, más crédulas cada vez: creyendo en los presagios del destino. Pensando que esa suerte cambiaría a la Humanidad. Que habrá menos guerras; y el hambre que sufren tantos millones de seres, se va a mitigar con los aires lozanos del nuevo año. Que los distintos Gobiernos van a ver realizados sus buenos propósitos solidarios hacia los demás que agonizan, caídos en las peores desgracias. Todos queremos ser mejores, pero no podemos, mientras exista la codicia de algunos, cuyos pueblos jamás podrán ser solidarios con aquellos que les necesitan. El hombre no consigue entender que ser humilde no le va a desmerecer en nada. La humildad es el sentimiento más noble que pueda sentir el hombre. Lo hace más grande e importante. Y, mirando al frente, debemos contribuir, de la forma que fuera, a borrar aquel maquillaje de la hipocresía de los demás. Hacer un bloque común en pro de tantos males que aquejan a la Humanidad, simplemente siendo solidarios, compadeciéndonos  de tantos semejantes que sufren lo indecible, que mueren escalonadamente acompasados en esos saltos del tiempo, de un segundo a otro, sin que sepamos poner remedio a tantas tragedias. Como decía al comienzo de este dramático tema: "Estoy hecho un lío sentimental, sin saber qué hacer, cómo pensar, o si, exteriorizar así mi indefensión".

Uno llega a sentirse tan poca cosa frente a la indolencia del destino, ser un poco más cautos, rogar a Dios por que no caigamos en ese infierno terrenal. Que nos preserve siempre de tantas tribulaciones y nos dé conciencia de ello.

Y para colmo de males la crisis universal, ahora los pobres serán más pobres, las partidas económicas destinadas para ayudarles serán congeladas en su mayoría, el hambre y el frió acabará con muchos de ellos y al decir muchos, pensemos en cifras millonarias. Las guerras seguirán barriendo tantos seres inocentes. Habrá más enfermedades y la corrupción se desbordará. Eso y más es lo que, casi siempre, nos ha traído el nuevo calendario.

Quisiera ser menos pesimista, ¿pero quién me convence de que no estoy en lo cierto? Es obvio, que tenemos que adaptarnos a las circunstancia, pero nunca tirar la toalla. Trabajar en lo que sea, aunque no nos guste, si no vendrán de afuera a quitarnos esa oportunidad que se nos brinda. Costumbre muy dada entre nosotros: ¡Yo no nací para eso! Y entre los que vienen de fuera quieren llevarse lo mejor, eso siempre ha sido así, los enchufados… Lo importante es pensar que hay que llevar el pan a nuestra casa, sea como sea. Nadie nos lo va a llevar. Por ejemplo, el campo está esperando brazos fuertes que lo trabajen, nuestra juventud debe colaborar con sus mayores y con ello sanear la economía del hogar y nutrir la despensa. La tierra siempre ha sido generosa. Según se agrupan para celebrar otros menesteres, reúnanse en cooperativas, negocien con los respectivos gobiernos y comprométanse a sacar adelante la agricultura y la ganadería.

Es necesaria una revolución agraria y sin perder tiempo, todos íbamos a beneficiarnos. Atendamos con sumo tacto, también al Turismo, hemos de dar lo mejor de nosotros y denunciar siempre a los aprovechados y a los corruptos si queremos que nuestros esfuerzos cristalicen. Parar el tren de la locura que hasta hoy ha marchado vertiginosamente hacia nuestro común fracaso. A trabajar todo el mundo, en lo que sea, sin olvidar el campo, tantas tierras abandonadas esperando ser realizadas. Incentivar nuevamente la construcción y la explotación de la misma e importante fuente de trabajo, que los Bancos colaboren positivamente. Que el vergonzoso problema de las hipotecas sea saneado definitivamente, que ayuden a la juventud. Obligar, si fuera necesario, a que los Bancos sean más transigentes. Todo se puede conjugar previo estudio equitativo, pensar en cuales son los ingredientes necesarios para cocinar un buen potaje o un puchero de los nuestros. Pensar que nuestros mayores y los niños necesitan diariamente leche como alimento indispensable. La tierra está ahí esperándonos, sólo que son  necesarias las ayudas correspondientes de nuestros respectivos gobiernos.